Soy consolero. Lo proclamo abiertamente. Mentiría si dijera que no disfruté mi época con el Amstrad CPC 464 Plus y, años más tarde, con el PC (aunque esto último no durara mucho en términos lúdicos). Sin embargo para mí, esto que quede claro, las consolas de videojuegos son el mejor sitio para disfrutar de mi afición.
O al menos lo era hasta hace unos años. Desde la Magnavox Odyssey hasta la Mega Drive y la Super Nintendo pasaron más de 20 años en los que el concepto básico se mantuvo inalterado. Una consola de videojuegos era para jugar a videojuegos. Y nada más. ¿Nos hacía eso infelices? En absoluto. Sí, los primitivos PCs de la época permitían jugar y muchas otras cosas, pero los usuarios de consola nunca echamos en falta el poder hacer algo más que no fuera darle uso continuado al mando a base de cartuchos.
El mundo empezó a cambiar, casi sin darnos cuenta, con la irrupción del CD. Pido disculpas por mi desconocimiento pero ignoro si el Mega CD de Sega era o no capaz de reproducir CDs de audio. Si no fue el caso, sí lo sería poco tiempo después, en la nueva generación de 32 bits. La Playstation de Sony y la Saturn de Sega tenían esa capacidad extra y, al menos en el segundo caso, se podía reproducir Photo CD y Video CD con software extra. Comenzaba la exploración de nuevas posibilidades que ampliaran la experiencia…
Y el punto de inflexión llegaría a finales de los 90 con la salida de la Dreamcast. Sega se adelantó a su tiempo proporcionando una consola que permitía, además de las funciones ya conocidas, navegar por la red de Internet (sin descargar nada, claro está) gracias a un módem incorporado de 33.6 kb. No tardaría en llegar el teclado y el ratón para, además de jugar a ciertos juegos genuinos de PC como el Quake III Arena, hacer entre otras cosas más cómodo el escribir mensajes en las salas de chat. Esto no ha vuelto a verse hasta tiempos muy recientes, con la generación que dejamos atrás hace poco más de un año.
Y ha sido precisamente dicha generación, y la actual, las que han explotado el concepto multimedia como ninguna otra. Juegos y servicios on-line, películas, videoclips, música, y quién sabe cuantas cosas más que llegarán en el futuro. Es inevitable la evolución hacia sistemas más complejos pues así funciona el mundo, tanto el material como el natural. No obstante somos muchos los que todavía buscamos la sencillez de lo antiguo, lejos de una industria que nos satura continuamente de posibilidades, atractivas en algunos casos, superfluas en el resto.
Encender la consola, poner el juego y jugar. No hace falta nada más…
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