Es curioso contemplar como ha evolucionado el género de conducción a lo largo de los años. Y no solo los juegos, sino la visión que de ellos tienen los usuarios. Al igual que en, por ejemplo, los deportivos y más en concreto los de fútbol, la búsqueda del realismo absoluto ha enterrado a los viejos arcades con los que muchos hemos crecido y vivido gratas experiencias en los salones recreativos o en nuestros hogares. Un juego como el que muestro hoy ya no tiene cabida por desgracia en este mundo, sin que casi nadie se dé cuenta de que fue parte de la base de lo que hoy disfrutan, como otros lo fueron antes para él…
¿Qué nos ofrece un juego actual? Da igual que pretenda ser simulador o arcade, pues es el manejo la única diferencia. En lo demás, en ambos hallaremos una buena colección de circuitos, recreados con detalle y a ser posible reales, cientos de coches tratados también con el mismo mimo y la inclusión, en algunos casos, de efectos climáticos y ciclo día/noche. ¿Qué nos ofreció, allá por el lejano 1995, el «Sega Rally»? TRES coches y CUATRO circuitos (aunque esto último se podía «doblar» si se corrían en modo «espejo»). Una miseria si lo comparamos con lo que hay ahora, pero nos bastaba ese poco para disfrutar horas y horas. ¿Hay alguien que, en un simulador actual, haya jugado igual con todos los coches, muchas veces repetidos en su aspecto y que solo presentan diferencias mecánicas a menudo imperceptibles? «Cuanto más, mejor» nos inducen siempre a pensar pero, como dice el refranero, «no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita». Y yo, personalmente, necesito muy poco. Aquí os dejo mi gameplay, grabado recientemente, con el que espero viváis como yo las viejas emociones que no son capaces de transmitir los juegos actuales.