Relaciones sociales VS Inmersión absoluta

arcadesold-300x223Hay que ver lo que ha cambiado el mundo en los últimos años en prácticamente todos los ámbitos de la vida. Pero lo nuestro son los videojuegos y hoy vamos a hablar del aspecto social de los mismos o, dicho de otro modo, la oportunidad que nos dieron de conocer y relacionarnos con gente y de cómo esta característica ha ido cambiando con el paso del tiempo.

Muchos de nosotros dimos los primeros pasos en los salones recreativos. Ahí nos juntábamos las pandillas para jugar a nuestros videojuegos favoritos. Pero, obviamente, no podíamos jugar todos al mismo tiempo en una máquina por lo que los que no lo hacían o bien miraban, o bien estaban con otra. Había risas y una creciente expectación cuando se avanzaba más allá o se acercaba uno a lo que imaginaba debía ser el final, todo ello imbuido de un ambiente, de una atmósfera que hoy en día sería impensable. Y los que tuvimos la fortuna de tener en casa un Spectrum o un Amstrad (por citar los más famosos) pudimos también juntarnos con más o menos gente en virtud del tamaño de nuestra habitación.

consola1Después llegaron las consolas y el concepto se mantuvo, llegando incluso a ampliarse si se daba el caso de que el sistema estuviera en el salón, lo cual permitía que más amigos se sentaran a nuestro lado y disfrutaran viéndonos jugar (y viceversa, por supuesto). Todavía recuerdo con nostalgia esos grandes momentos con la Mega Drive y dos buenos amigos durante aquellas sesiones de vicio al Super Street Fighter II, aunque hubo muchos más a lo largo de los años. Desde entonces, solo en contadas ocasiones, hemos vuelto a reunirnos en casa de alguien para revivir aquel viejo hábito que nunca debería haberse perdido, si bien es cierto que ya no somos los críos o chavales de entonces y que las diversas ocupaciones que cada uno tenemos han contribuido a que sea más complicado.

cropLa llegada de Internet lo cambiaría todo. Aunque ahora las consolas disfruten de sus beneficios (y perjuicios), fueron obviamente los ordenadores los primeros en aprovechar esta nueva forma de interconexión entre máquinas y, por lo tanto, entre sus dueños. Son muchas las aplicaciones que ha tenido y tiene esta red de redes, entre ellas la de la comunicación, aspecto que con el tiempo se incluyó en los videojuegos.

Los «ciber» fueron lugares en los que dar rienda suelta a ese ansia por jugar con y contra un indeterminado número de personas, conocidas o desconocidas, gracias a las conexiones de las que, por aquellos días, no podíamos todavía disponer en nuestros hogares. Si uno entraba a un sitio de estos podía encontrarse largas filas de gente jugando a un mismo juego, uno al lado del otro, mirando fijamente la pantalla y coordinando sus movimientos con el resto de sus compañeros vía micrófono. Sin embargo, algo había cambiado. El jugador de PC estaba solo. Es decir, no había nadie junto a el, viéndole jugar ni comentando el juego o su avance dentro del mismo. No obstante eso no impedía la diversión ni los momentos de exaltación, positiva o negativa, con risas y algún que otro grito. La manera de socializar dentro del mundo de los videojuegos ya no sería la misma nunca más a partir de entonces.

oculus-riftPoco a poco, y a medida que la tecnología ha avanzado, también lo ha hecho la inmersión gracias sobre todo al cada vez más acusado realismo gráfico que los estudios de desarrollo se empeñan en ofrecernos. Y aunque hubo intentos en el pasado de lograr lo que ahora parece que va a estar a nuestro alcance, no ha sido hasta hace bien poco que se han podido diseñar y crear elementos como las Oculus Rift y otros modelos de gafas de realidad virtual con la intención de hacer que nos sintamos como si estuviéramos realmente dentro del juego. Pero miremos al jugador que hace uso de estos dispositivos. Nuevamente vemos a una persona solitaria, sumida en un mundo que no es el suyo y en el que la relación con los demás es poco más profunda que una simple llamada de teléfono.

Vemos como, con el paso del tiempo, la inmersión y la comunicación virtuales han desplazado al contacto físico, a las reuniones de amigos, en las que jugar era casi una excusa y en las que lo que de verdad importaba era eso, reunirse y pasarlo bien. Como he dicho, los tiempos cambian y con ello la forma de hacer algunas cosas. ¿Era mejor antes o es mejor ahora? Cada uno deberá juzgarlo por si mismo, si bien tanto entonces como en la actualidad encontraremos pros y contras pero no puedo negar que, a título personal, y más a menudo de lo que podría parecer, sí echo de menos aquellos tiempos en los que de verdad compartíamos aquello que teníamos con los de nuestro alrededor.

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