Mi colección de Sega Saturn

CYMERA_20140303_172725Corría el año 1995, el mes de junio más concretamente, cuando aquí tuvimos el placer de recibir la nueva máquina de Sega, la Saturn, que venía a elevar poderosamente los estándares de los videojuegos de entonces al pasar de los sprites a los polígonos y texturas, de las 2D a las 3D. Un monstruo con dos procesadores RISC de 32 bits en paralelo que prometía llevar las recreativas de la compañía, razón principal por la cual me decanté por ella, al salón. Yo tuve que aguardar a finales de año para hacerme con una, en una odisea digna de novela que ahora os contaré.

 

23 de Diciembre. Recuerdo bien el día exacto pues fue cuando mi padre y yo, que por aquel entonces trabajábamos juntos, empezábamos las vacaciones. Pues bien, el teléfono sonó a las 4 de la mañana. Nos requerían en el local que estábamos reformando para hacer un arreglo en la entrada. Mi padre me llevó con él y, como no le era necesario en ese momento, me mandaron a hacer limpieza en el interior. Estuvimos hasta las 6 y media o 7, momento en el que volvimos a casa a preparar el viaje para ir a ver a la familia. Pero antes, había que pasar por Toy’s «R» Us para hacer cierta compra muy importante para pasar las fiestas de Navidad. Recuerdo que mi padre puso el grito en el cielo cuando, de camino en el coche, le dije el precio de la consola+un juego, unas 70.000 pesetas, pero a pesar de la bronca, cayó…

Lo chungo vino después cuando, al ir a probarla… ¡Que mala suerte! La consola llevaba cable euroconector, pero no RF, o sea de antena. Y sin él, no podría jugar. Tocaba comprarlo aparte. «¿Cuanto vale?» me preguntaron. «5.000 pesetas» respondí. Yo creí que no salía vivo de esa, pero finalmente me dieron el dinero y en un desesperado movimiento salí corriendo al Centro Mail más cercano a comprarlo. Ya de vuelta en casa, jadeando por las carreras que me pegué, y después de haber probado consola y juego, pudimos salir de viaje. Yo, más feliz que una perdiz, mi padre… Mejor no lo digo, jajajajaja…

La Saturn fue, junto con la Mega Drive de la que os hablaré otro día, la consola con la que más he disfrutado (y lo he hecho con todas las que tengo y he tenido). Ahora estoy rehaciendo la colección de juegos que un día tuve, comprando en segunda mano todo lo que veo y puedo permitirme. Aunque me llevará tiempo, es algo que quiero hacer y poco a poco sé que lo conseguiré.

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