Otro de mis juegos favoritos, aunque por motivos diferentes. En los años 80 los gráficos no eran tan importantes como lo son en la actualidad. Los juegos podían ser buenos sin necesidad alguna de alardear de un apartado técnico sobresaliente. Y este «The Curse of Sherwood» del que voy a hablaros es una buena muestra de ello.
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El argumento es, más o menos, este: El Bosque de Sherwood, conocido hogar de Robin Hood y sus hombres, se ha llenado de extrañas criaturas y enemigos. En manos está del fraile Tuck devolver la paz al lugar. Una premisa sencilla para presentarnos un juego de avance lateral sin scroll en el que nuestro objetivo no es otro que limpiar cada pantalla y avanzar a la siguiente, cogiendo los objetos y armas que hallemos por el camino.
Programado en Modo 1, sus cuatro colores (tres y el del fondo) son más que suficientes para plasmar unos escenarios simples, pero llamativos. Y es que en la simpleza, tanto técnica como de concepto, está su mayor virtud. Se maneja estupendamente, y eso basta para pasar un buen rato frente al ordenador o el emulador. Carece de banda sonora, siendo el sonido de los disparos de las armas y los que producen los enemigos lo único que encontraremos en ese apartado.
El juego es breve, pero no por ello fácil de terminar. Los enemigos, de movimiento aleatorio (aunque parece que los esqueletos sí pueden llegar a seguirte en cierta forma) son variados y algunos, difíciles de matar si no se lleva el arma adecuada. Algunas zonas, como el pantano, son ciertamente complicadas y el lugar en el que perderemos muchas vidas antes de poder pasarlo.
Es un juego muy recomendable. Tarda poco en cargar, incluso en cinta, y es muy rejugable. Como siempre digo y diré: si no lo habéis jugado nunca, hacedlo. Quizá encontréis en él, al igual que hice yo en su día, un auténtico diamante en bruto en el inmenso catálogo de nuestro viejo CPC.