Todo tiene un principio y un final. Una película, un libro, un juego, el día y la noche, nosotros mismos e incluso el mundo en el que vivimos. Pero no voy a filosofar sobre la vida y el universo, sino a hablaros de un aspecto, en mi opinión, bastante olvidado por la mayoría de público en cualquier producción audiovisual: los títulos de crédito.