Los videojuegos de antes basaban a menudo su rejugabilidad en una mecánica sencilla, una escasa duración y una dificultad bastante elevada en según que casos. El de hoy podría encajarse en este último grupo aunque realmente no es que sea chungo de terminar, pero solo una memorización de todos los elementos del juego y el orden en el que estos aparecen permiten tener un buen ritmo al jugador, anticipándose a las situaciones. Aún así, este «Rastan» (o «Rastan Saga» en Japón), es un juego posible, como bien lo demuestro en el vídeo que podréis ver al final de este post.